The metamorphosis of the world is about the hidden emancipatory side effect of global risk. This article argues that the talk about bads produces ‘common goods’. As such, the argument goes beyond what has been at the heart of the world risk society theory so far: it is not about the negative side effects of goods but the positive side effects of bads. They are producing normative horizons of common goods. This is what the author defines as ‘emancipatory catastrophism’. Emancipatory catastrophism can be seen and analysed by using three conceptual lenses: first, the anticipation of global catastrophe violates sacred (unwritten) norms of human existence and civilization; second, thereby it causes an anthropological shock, and, third, a social catharsis.

La métamorphose du monde est induite par les effets émancipateurs et cachés du risque mondial. Cet article soutient que le débat sur les maux produit des « biens communs ». L’argument va au-delà de ce qui est au coeur de la théorie de la société mondiale du risque ; il ne s’agit pas des effets secondaires négatifs des biens, mais des effets secondaires positifs des maux. Ils produisent des horizons normatifs pour les biens communs. C’est ce que j’appelle le « catastrophisme émancipateur ».

La metamorfosis del mundo trata del oculto efecto secundario emancipatorio del riesgo global. Este trabajo sostiene que la charla sobre los males produce ‘bienes comunes’. Como tal, el argumento va más allá de lo que ha estado en el corazón de la teoría de la sociedad del riesgo mundial hasta el momento: no se trata de los efectos secundarios negativos de los bienes, sino de los efectos secundarios positivos de males. Están produciendo horizontes normativos de los bienes comunes. Esto es lo que defino como ‘catastrofismo emancipador’. El catastrofismo emancipador puede ser visto y analizado por el uso de tres lentes conceptuales: en primer lugar, la anticipación de la catástrofe global viola las normas sagradas (no escritas) de la existencia humana y la civilización; segundo, por lo tanto, se provoca un shock antropológico, y, en tercer lugar, una catarsis social.